Esta ha sido una tarde de sorpresas. La primera, la cancelación de la clase de Filosofía del Lenguaje para asistir a un coloquio con Vicente del Bosque. El entrenador de la Selección española de fútbol ha venido a la universidad con motivo de la XLV Sesión de la Academia Olímpica española, celebrada del 20 de Febrero al 1 de Marzo. Lo de tenerle tan cerca y a la vez tan lejos -por eso de la clase- ha sido solucionado por la democracia estudiantil. Así que gracias profe por escucharla, porque ha merecido la pena. La segunda sorpresa es que, por raro que parezca, hoy me apetecía dar clase. Y la tercera, el propio Vicente del Bosque.
Aunque
tengo que admitir que esta última no era una sorpresa: Vicente vino
a mi colegio -de Burgos- hace ahora dos años, con motivo del
centenario de su fundación. Allí no improvisó, hablaba para niños
y llevaba pensado el discurso. Por desgracia, no recuerdo nada de lo
que dijo, pero sí recuerdo que me fascinó cómo se dirigió a
nosotros. La sorpresa no ha sido hoy, por tanto, sino que fue hace
dos años. El recuerdo de ese hombretón de metro noventa sentado en
una silla de bar en medio de mi polideportivo y capturando la
atención de doscientos niños y la mía es lo que me ha hecho
levantar la mano a su favor cuando han sugerido el cambio de planes a
pesar del extraño deseo de continuar con la clase.
Pues
bien, como él mismo ha dicho, ha venido “a lo que salga”. Pero,
aunque en un principio, la charla estaba pensada para cincuenta
personas, eran más de cuatrocientas cincuenta las que querían
escuchar qué le salía a nuestro seleccionador. Y creo que no
nos ha decepcionado.
A su
entrada, cientos de móviles se han levantado para grabar la imagen
de Vicente del Bosque junto a la misma pizarra en la que dos horas
antes dábamos clase de Economía.
El
seleccionador ha captado nuestra atención desde el principio con dos
“imágenes didácticas del deporte” para que viésemos que ser un
buen deportista no se traduce únicamente en jugar bien al fútbol.
“Saber ganar también tiene su dificultad” ha señalado
refiriéndose a un vídeo de Iker Casillas.
Para
del Bosque, las dos grandes tareas de un entrenador son, por un lado,
todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la estrategia
deportiva, y por el otro, y no menos importante -algo remarcado a lo
largo de todo el coloquio- el cuidado de las relaciones humanas
dentro del equipo; el “gestionar personas”.
Después
de esta breve introducción han comenzado las preguntas, antes de las
cuales nos ha avisado de que aunque estuviésemos en familia, “no
hay que tener cuidado sólo con lo que se hace, sino también con lo
que se dice”. Quizás tanta precaución se debía al hecho de estar
en una Facultad de Comunicación rodeado de periodistas ávidos de
tuitear. No sé si se sentía intimidado o no, lo que sí que sé es que no se le
ha notado.
Respuestas
rápidas, claras, concisas y enriquecedoras se han sucedido en la
hora de conversación con del Bosque: “No convocamos a nadie por
dónde ha nacido” o “a David Villa no le recomendaría
absolutamente nada, es una decisión personal”, han sido sus
respuestas a las preguntas más peliagudas. ¿La clave para ser buen
jugador? Saber jugar y emoción: “sin emoción no puedes hacer
nada”. ¿La clave para motivar a un equipo de élite? “No sólo
es el dinero o el reconocimiento social sino el deber bien cumplido”.
En ese sentido afirma que están tranquilos, y que a pesar de que sus
gestos y comportamientos no cambiarán tanto si ganan como si
pierden, reconoce que si están donde están es por sus buenos
resultados. “La victoria es la clave”. Lo que conlleva que cada
día que ganan algo, “aumenta su responsabilidad de cara al
futuro”.
Ha
reconocido su admiración por el centrocampista Sergio Busquets y por
Fernando Redondo porque “son capaces de actuar en prejuicio de sí
mismos pero en beneficio del equipo”. Y de cara al partido
Barça-Madrid de esta noche ha señalado que “los jugadores pueden
fallar en el fútbol, pueden fallar en el juego, pero no pueden
fallar en el comportamiento”.
Con
esta frase lapidaria queda recogida su visión del deporte, así que
poco más resta por decir de la breve pero intensa visita del gran
entrenador que es del Bosque, quien nos ha confesado antes de
marcharse que todo lo que hace, “más que por conocimiento”, lo
hace “por experiencia”.